MEXICO, 30 Diciembre;poderycritica.-México es una potencia en la generación de talentos musicales y eso lo deben tomar en cuenta los programadores para abrir espacios no sólo a los artistas que ya garantizan, porque la consolidación, como en cualquier campo, es resultado de un proceso.
Así lo consideró el internacional director mexicano de orquesta Miguel Salmon del Real, quien tras vivir un buen 2016, con presentaciones en varios estados del país y fuera de él, en Polonia, Brasil y Turquía, ya se prepara para explorar nuevos territorios como el italiano.
Salmon del Real habló de su experiencia como representante de una nueva generación de talentos que ponen en alto el nombre de México en el mundo y se refirió a los retos de ser director titular y huésped, dos facetas que él combina con éxito.
Sobre su etapa de director titular que vivió entre 2012 y 2015 con la Orquesta Sinfónica de Michoacán, recordó que es un trabajo duro en el que gran parte de su tiempo fue para la agrupación, porque además se es funcionario, administrador de recursos materiales y humanos.
En ese sentido, expuso, en el lapso referido logró hacer más de 100 conciertos sinfónicos, 34 estrenos mundiales, giras por varias ciudades del país y por más de 20 municipios de la entidad; impulsar programas de becas para jóvenes y recibir a casi 150 invitados, entre músicos, directores y cantantes, procedentes de 17 nacionalidades.
En tanto que en su faceta de batuta huésped, el 2016 también le trajo grandes satisfacciones, dado que pudo dirigir de nueva cuenta en Polonia, al frente de la Orquesta Filarmónica de Warmia-Masuria, en el marco de su 70 aniversario.
Hacia el segundo semestre se dio la oportunidad de ir a Brasil para conducir la Orquesta del Teatro Nacional Claudio San Toro y, casi a finales de año, a Turquía, donde empuñó la batuta de la Orquesta de Cámara de Estambul. El resto de su actividad ocurrió en México, al frente de orquestas como la Sinfónica de Xalapa; la de la Universidad de Guanajuato y la Filarmónica del Desierto en Coahuila.
También empuñó la batuta al frente de la Orquesta Sinfónica Sinaloa de las Artes, en Culiacán, la Filarmónica de Jalisco, y por primera vez se paró al frente de la Sinfónica del Instituto Politécnico Nacional (IPN).
En esas presentaciones, expuso, desde luego que hubo repertorio clásico pero sobre todo dio su lugar a los autores mexicanos, 17 en total, incluidos estrenos de Víctor Taboada, Juan Pablo Contreras, Alejandro Basulto, Miguel Tomás Barreiro, Edgar Ortega, y uno personal, una orquestación sobre un par de fugas de J.S. Bach.
Las dos facetas, tanto la de director titular, como la de huésped, son muy interesantes, comentó, la primera plantea el reto de rescatar o de continuar un proyecto, donde el director debe ser consciente del entorno que lo rodea para que la programación responda a la sociedad en la que está inmerso.
Mientras en la segunda, el director simplemente se inserta a los contextos y da lo mejor de sí, las dos son por igual valiosas, afirmó Salmon del Real, quien tiene claro que hoy el papel de un director debe ser más versátil.
El director de orquesta, oficio difícil por sí mismo porque para empezar requiere de una orquesta para su práctica, debe ser hoy además de excelente músico, un administrador, organizador, emprendedor; un líder social que una voluntades de muchos tipos.
Ese es el reto del líder social musical, quien también es programador, pero ante todo músico, con una sólida formación técnica y artística, puntualizó. Sobre si le interesaría volver a una titularidad, comentó que eso no depende de él sino de ciclos administrativos, lo que es un hecho es que desea estar donde haya condiciones y un interés genuino por la cultura, o al menos la apertura para trabajar y dejar claro el valor que ésta tiene y su impacto en la sociedad.
En cuanto al momento que vive su generación, que al parecer tiene más oportunidades fuera que dentro de su propio país, comentó que dirigir fuera es meritorio aunque esa es una cuestión que se da en todas las áreas y los campos, pues las instituciones deben conocer a sus nuevos representantes y el periodo de conocimiento puede tardar.
En todo caso, “creo que podemos hacerlo mejor, pudiéramos seguir ciertos esquemas que garantizaran puentes entre las personas que van llegando y sus instituciones, pues actualmente no hay vías claras”. “Uno se va dando a conocer mediante el trabajo, eso importa pero no siempre el camino es igual para todos”, señaló Salmon, tras recordar que en otros países hay programas que establecen esos contactos: directores asistentes, asociados, ciertos programas y concursos para los noveles intérpretes, sean cantantes, músicos o directores.
Creo que es un problema cultural, añadió, “pero también reconozco que el país tiene terrenos muy fértiles y muchas oportunidades y funcionarios visionarios, que no ven solo lo que está consolidado sino lo que está en camino y así como hay escenarios cerrados hay otros muy fértiles, por ejemplo en el interior del país, donde hay oportunidades para nuevos proyectos. “Creo que estamos en un periodo de recibir nuevos talentos, pero podríamos dedicar mejores programas sentarnos y ver cómo vamos a construir este país y por qué queremos que todos estos valores nacionales estén en México y triunfen aquí. “¿Cómo hacer para que sus triunfos internacionales sean mejor difundidos aquí?, crear un círculo virtuoso que permita el desarrollo personal, comunitario y social de todos los artísticas y de la sociedad que los rodea”, puntualizó.
Sobre cómo evalúa su carrera hasta el día de hoy, mencionó que le satisface rescatar proyectos y atreverse a lanzar propuestas que no son garantía de ningún tipo, pues aunque sus dificultades son altas y no garantizan el reconocimiento ni los aplausos de un público, son parte del proceso de escribir la historia. De descubrir, explorar e impulsar, solidarizar el arte, y eso no va en función de su reconocimiento como director, porque para él lo interesante es poder construir proyectos y aportar, ya que considera que una generación que no trae nada nuevo es una generación muerta. “Los directores tendríamos que recordar que aparte de dirigir las grandes obras del pasado, hay un presente y un futuro que estamos construyendo”, y aunque es importante tener un contacto con el público también lo es con un pensamiento más abstracto del arte, que permita impulsar su desarrollo, porque eso genera valores e identidad a un país con tanto talento.
De ahí la urgencia de no sólo pensar en el pasado, sino atreverse a lo desconocido. Un ejemplo de ello, dijo, es Arturo Márquez, quien hace 20 años introdujo su Danzón poco a poco en los repertorios y hoy se toca igual o más que el Huapango, de Moncayo, concluyó.