Ardua fue la manera en que trabajó la ciudadanía para crear un mecanismo que coadyuvara a, si no detener, por lo menos a disminuir la corrupción en los políticos, el resultado fue la ley 3 de 3.
De todos es sabido que esta iniciativa fue desechada por los diputados, motivo por el cual no se convirtió en ley, y al no ser ley, ni es obligatoria, ni existe manera de saber si lo que declara tal o cual personaje se ajusta a la realidad.
Y así se presenta el caso del Andrés Manuel López Obrador, quien asegura que vive prácticamente de milagro con los 50 mil pesos que percibe mensualmente desde que dejo de trabajar.
El PRI, el PAN y algunos personajes del PRD, aseveran que es irrisoria la declaración del famoso “peje” y que es imposible con esos ingresos, realizar los viajes al extranjero para ver partidos de base ball con entradas vip que le permiten fotografiarse con jugadores famosos, amén del reloj de pulsera que usa que está valuado en 150 mil pesos (ha de haber dejado de comer 3 meses o lo debe en coppel). De los lujos que ostenta su familia, ni hablar.
Y no es pecado darse esos lujos cuando se cuenta con el capital para hacerlo, sin embargo me parece ofensivo que pretenda engañar de manera tan patética a la sociedad, argumentando unos ingresos que seguramente no corresponden a su realidad, también es un delito falsear esos datos
para pagar menos impuestos.
Hay que ser congruentes y predicar con el ejemplo, si bien no todo lo que dice López Obrador es malo, hay cosas que son absurdas e imposibles de cumplir sin dejar de lado que el darle al “que menos tiene” apoyo a cambio de nada, solo fomentará la creación de más pobres deseosos de recibir
esa dádiva.
Hay que crearles conciencia y responsabilidad a los ciudadanos, también hay que darles oportunidades, que no tengan que resignarse a una edad temprana a seguir el mismo triste camino a la ignominia y el olvido, que puedan soñar y creer que esos sueños pueden cumplirse, pero para eso
hay que ubicar a la gente en su realidad, dejar de regalar dinero y darles créditos para el desarrollo del campo, talleres gratuitos donde la gente de la calle aprenda un oficio, en fin, muchas ideas para componer mundo que tal vez nunca se cumplan, pero si al mal trabajo del gobierno y sus
programas, le sumamos una voz como la de AMLO que asegura que todos merecen todo gratis, sin responsabilidad alguna, cada vez nos acercamos más al borde del precipicio.
Revista edición impresa año 8 #135
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