Bruselas, Bélgica; 23 de marzo; poder&crítica.- Bruselas intenta seguir adelante con la vida un día después del peor atentado terrorista de su historia, entre calles desiertas, sirenas de ambulancias y el ir y venir de los policías. En las estaciones de tren, que volvieron a abrir la noche del martes, quienes seguían al trabajo compartían miradas grises y muecas de tristeza, mientras hacían una fila para ser revisados por la policía, en una medida de carácter excepcional.
Bajo la vigilancia de militares fuertemente armados, todos los pasajeros eran invitados a abrir bolsos y sacar el contenido de sus maletas. “No estoy con miedo. Estoy aprehensivo… y triste”, comentó Jean-Claude Faingnart, quien se dirigía con sus maletas en un tren hasta la estación de Midi. El traductor de 65 años dijo apreciar el refuerzo en la seguridad, pero expresó sus dudas respecto a que se pueda evitar un nuevo ataque. “Contra terroristas suicidas no hay nada que se pueda hacer”, dijo con resignación.
A Isabelle Nootens, de 55 años, profesora en un colegio con mayoría inmigrante, le costaba comprender: “¿Por qué las escuelas están abiertas hoy, así tan pronto?”. “Ayer el clima en la clase era muy pesado. Los alumnos tienen internet, estaban siguiendo todo lo que pasaba. Es su ciudad que ha sido atacada. Eso les afecta personalmente”, contó.
Las autoridades y los comerciantes alegaron que es importante, tanto a nivel económico como moral y simbólico, no parar esa ciudad de unos 176 mil habitantes, de los cuales cerca de 30 por ciento son extranjeros.
Centenares de personas se reúnen desde la víspera para expresar con velas, pancartas, flores, música o silencio su repudio a los atentados y simpatía hacia las víctimas y sus familias. “Me pareció importante venir a depositar flores y meditar un poco junto a los demás, para darnos fuerza los unos a los otros”, explicó un hombre.
Rue de la Loi, una de las calles más concurridas de Bruselas, amaneció este día bloqueada para seguir con las investigaciones. Es allí, a pocos metros de la sede de la Comisión Europea y del Consejo Europeo, que se ubica la estación de metro de Maelbeek, donde la tercera explosión del martes destrozó un vagón de metro y quitó la vida a unas 20 personas.
El aeropuerto internacional de Zaventem, donde el martes murieron al menos 15 personas en dos explosiones, permanecerá cerrado hasta el viernes. Muchos de los pasajeros que se alistaban para tomar vuelos el martes en el momento de los atentados seguían alojados en un pabellón deportivo a la espera de un nuevo vuelo. Todavía no se sabe si las investigaciones en la terminal aérea estarán concluidas y si se podrán reparar los daños en el edificio a tiempo para las vacaciones escolares que empiezan el viernes.
Mientras, familiares en búsqueda de allegados desaparecidos empezaban a llegar al hospital militar Reina Astrid, donde se han concentrado a partir de este día información sobre los más de 250 heridos y 31 muertos.