MEXICO,14 Diciembre;poderycritica.-La infancia de la mexicana Laura Kapel en su natal Guanajuato no pasó por la elaboración de piñatas, pero ahora en Canadá le faltan manos para satisfacer los gustos más excéntricos de los canadienses, que le piden figuras de Lego, Elvis Presley y hasta de Donald Trump. “Las piñatas son más divertidas cuando son hechas al gusto del cliente”, dice en inglés en su página web para promocionar su negocio bajo la marca Mexikolor, en donde se aprecian las tradicionales figuras de superhéroes y princesas, pero también piñatas “corporativas” con botellas de alcohol, logotipos y celulares.
En los cuatro años que lleva haciendo piñatas en su casa de la región de Vaughan, al norte de Toronto, Laura ha hecho piñatas para cumpleaños de niños y adultos, para petición de matrimonio o para revelar el sexo de un bebé en un baby shower. Entre las preferidas están las “piñatas cerveza”. Los clientes pagan por ellas, pero a veces les gustan tanto que no las rompen. Laura Kapel llegó a Canadá hace 19 años, estudió programación de computadoras y trabaja para un banco, pero su pasión es transformar la idea de un cliente en una vistosa piñata.
En 2012 buscó una piñata del Hombre Araña para uno de sus hijos y como no la encontró la hizo con la ayuda de su mamá. “Le pusimos 15 capas de papel y quedó irrompible”.Poco a poco fue puliendo la técnica, incorporando nuevos materiales y dando forma a este nuevo negocio de hacer piñatas en Canadá. La mayoría de sus pedidos son de canadienses e, incluso, ha atendido encargos de Estados Unidos. “Cuando me han contactado de Nueva York o Texas les he dicho que es caro el envío, que por qué no mejor encargar una piñata en su ciudad, pero una mamá me dijo que quería una figura de Lego igualita a la de mi catálogo”, contó Laura.
Hace tres años la contactó el canal infantil Treehouse TV para que enseñara a niños canadienses cómo hacer una piñata. Grabaron varios segmentos y todavía se siguen transmitiendo. La empresa telefónica Kudo le encargó una piñata de 60 centímetros en forma de su logotipo, que es un luchador enmascarado. Algunas revistas le han pedido una piñata sólo para usar la foto en su portada; también ha hecho otras para videos musicales y otras más para compañías de licores. El mercado canadiense, que se distingue por ser sofisticado, exigente y atraído por ideas novedosas, ha ido moldeando su catálogo de piñatas.
Al principio, Laura pensaba hacer piñatas de estrellas o de animales para clientes hispanos, pero le llegaron diferentes pedidos de canadienses, quienes conocen las piñatas y las quieren en sus eventos para darle un toque especial, más personalizado. “Una mujer embarazada me encargó hacer una piñata para anunciar el sexo de su bebé, que ni ella misma sabría. El resultado de su examen me lo enviaría por correo y yo elaboré la piñata con tema de bebé y hasta que la rompieron supieron el sexo”, narró la creadora. Una pareja de canadienses le encargó una piñata con el rostro de ambos abrazados. Otra celebró su aniversario de bodas con una piñata en forma de botella de Champagne y con las iniciales de ambos.
No faltó quien le encargara una de un trasero femenino con una tanga. Entre las piñatas corporativas están las que le encargan para fiestas de fin de año o promoción empresarial en donde la rellenan de botellitas de alcohol (envase de plástico), bonos promocionales y otros regalos. Laura confiesa que estas ideas nunca se le hubieran ocurrido, pero que las ideas novedosas de los canadienses han sido un reto para su creatividad. “No estoy segura si su idea se pueda transformar en piñata, pero mi pasión es intentarlo, mi intención es hacer una piñata original, única en su tipo”, indica Kapel en su colorida página de internet.
“Hace un año una oficina del sector financiero me encargó una de Donald Trump, de cuerpo completo. La iban a romper en su fiesta y estaba rellena de chocolates, dulces, dinero y certificados de regalo”, recuerda. Una discoteca le encargó una piñata con la figura del adversario de una cantante cuyas fans le iban a dar duro a la contrincante durante la fiesta. La creadora de este negocio artesanal explica a los canadienses qué se hace con la piñata, de dónde vino esta tradición, con qué se rellena, etc. Las piñatas las entrega vacías y el palo, si lo quieren, lo decora con motivos relacionados a la figura. Laura sigue haciendo las piñatas de personajes de Frozen, Minions, Star Wars, pero lo que la sigue sorprendiendo es la creatividad de los clientes.
Una productora discográfica le encargó 20 piñatas de 60 centímetros en forma de discos para promocionar una canción entre las radiodifusoras. La más grande que ha hecho hasta ahora fue para una familia italiana que la quería en forma de frasco de Nutela y medía más de un metro de alto. Su taller está lleno de tiras y cajas de cartón reciclado o comprado, cartulina, engrudo, pegamento blanco, papel de china y crepé. “Para darle más brillo o elegancia a una piñata uso otro tipo de papel”. El precio de sus piñatas depende del tamaño, los materiales y lo complicado de la figura, por lo que puede ir de 40 a 130 dólares o, incluso, más.
La artista confiesa que cuando la figura es complicada, da un precio alto como para que “me digan que no, pero me dicen que sí”. Un sacerdote canadiense, quien vivió un tiempo en Tijuana donde conoció la tradición de las posadas, le encargó una piñata de estrella y que diera un taller a niños canadienses. Recientemente hizo dos piñatas de “Frida y Diego” para decorar un carro alegórico para el desfile navideño en la ciudad de Vaughan. Laura define que en el gusto de los canadienses por las piñatas “un pedacito de México está con ellos”. Una página web en inglés y la calidad de sus piñatas han hecho próspero el negocio de esta madre de tres niños (13, 9, 6), quienes le preguntan “mamá qué piñata estás haciendo ahora?” y disfrutan de ver la transformación de un globo y papel en fantásticas figuras de cartón con coloridos papeles enchinados o picados.