La semana pasada se manifestaron los maestros con una marcha en contra de la reforma educativa y aquí no cuestionaremos ni la validez, ni la razón que pudiesen tener en los argumentos que esgrimen en contra de la reforma, eso es cuestión de leyes.
Iniciaremos con la frase célebre del ilustre Benito Juárez García: “EL RESPETO AL DERECHO AJENO, ES LA PAZ”.
Empezando por los 3 órdenes de gobierno y continuando con la ciudadanía, creo que se ha respetado el derecho universal de los docentes a expresar su inconformidad, al gobierno federal no le gusta por supuesto, pero les permite hacer sus marchas, advirtiéndoles eso sí, que aquel profesor que acumule más de 3 faltas en un periodo de 30 días, se hará acreedor a la sanción que marca la ley, el despido, otorgándoles 10 días para presentar justificación válida y legal que pudiese revertir esa acción.
Los maestros catalogan esa advertencia como una represión en contra de su movimiento y en ocasiones, en algunos sitios, y algunos de los maestros que siendo precisos, no son todos, recurren a la violencia realizando actos vandálicos.
Hasta ahí todo era un estira y afloja entre magisterio y gobierno, pero, ¿Dónde está el respeto al derecho de los ciudadanos? Cuando realizan un cierre carretero, un plantón indefinido en alguna plaza, destruyen vehículos particulares, vandalizan un comercio, saquean un negocio no están expresando su indignación contra la reforma o atacando al gobierno, están afectando directamente a los ciudadanos que no están unidos como ellos, destruyendo su patrimonio y eso no se vale.
Insisto, no cuestiono si tienen o no razón, si defienden sus derechos y los nuestros o privilegios que no quieren perder, no es que no sea importante o que no nos interese, pero no podemos erigirnos en jueces de un movimiento del que no tenemos todos los matices para formar una opinión responsable.
Por lo pronto si podríamos exigir, que si van a manifestarse, que no traigan maestros de otros lados y menos de Oaxaca o Chiapas, que son el ala radical de su movimiento, que ya bastantes penurias propias tenemos, para cargar con destrozos ocasionados por ajenos.