Cada vez con mayor frecuencia, vemos en los diferentes medios de comunicación, o nos enteramos por algún conocido, de un caso de impunidad flagrante que nos indigna, que nos hace levantar la voz a través de las redes sociales o con cualquiera que nos quiera escuchar, sin embargo, analizando las causas, he encontrado un punto importante que pudiera originar estas actitudes de prepotencia que derivan en delitos impunes.
A últimas fechas hemos sabido de casos de linchamiento a delincuentes, quienes después de haber sido golpeados hasta ponerlos al borde de la muerte o de plano haber fallecido a consecuencia de heridas con arma punzocortante, y seguramente hemos emitido opiniones a favor o en contra de estas situaciones, a continuación daré la mía: Los linchamientos son ilegales y no se justifican sea cual sea el delito, aun cuando esté de acuerdo en linchar a un violador o un asaltante, no dejo de reconocer que en el afán de procurar una “justicia de la calle”, se comete un delito para remediar otro.
Si bien es verdad que la autoridad se ha visto rebasada por el alarmante incremento de la delincuencia, también es cierto que antes que un problema de seguridad este es un problema social. La falta de empleos bien remunerados, genera malestar en la población y crea nuevos delincuentes para procurar lo básico a las familias, una suerte de robin hood´s de este nuevo siglo.
Todos tenemos derecho a emprender un negocio, a desarrollar nuestros talentos y habilidades en un empleo digno, con el cual podamos satisfacer nuestras necesidades, es por eso que a mí también me indigna sobremanera el artero y vil ataque que han recibido los empresarios cardenenses, por parte de Rafael Acosta León, el flamante presidente municipal de este municipio.
Este año empezó a cobrar un impuesto nuevo para poder iniciar una empresa y también se los cobra a las ya establecidas. Dicho impuesto proviene de un reglamento creado en la administración del hasta ahora impune de Avenamar Pérez Acosta y cuenta solamente con 2 firmas de las 14 que hay en el cabildo municipal, de ahí que a partir de una ilegalidad se quiera cobrar un impuesto “legal”.
¿Cómo demonios abatir la delincuencia, que ya dijimos es un problema de origen social, si provocamos mayor desempleo? ¿De qué diablos va a vivir la gente si no tiene trabajo? ¿Cómo va el empresario a crecer si en lugar de facilidades le cobran nuevos impuestos, sacados de la manga? Y la pregunta más importante: ¿Qué tiene en el cerebro Rafael Acosta León al acosar a los comerciantes, cuando la situación está tan crítica? Se me ocurren algunas respuestas: Ambición desmedida, Ánimo de revancha contra todo aquel que no votó por él o tal vez simplemente materia fecal. Ojalá los diputados revisen esa situación y puedan ayudar a revertir esta acción tan ruin como perversa.
La Dirección