PODER Y CRÍTICA | REDACCIÓN | Cinco años después de sorprender al mundo, «El Hoyo 2» ha llegado a Netflix, dirigida nuevamente por Galder Gaztelu-Urrutia. A pesar de las expectativas de los fanáticos por obtener respuestas a los misterios que dejó la primera entrega, esta secuela plantea aún más preguntas.
Con un guion de Pedro Rivero y David Desola, la película mantiene la tensión y el simbolismo filosófico que caracterizaron a «El Hoyo», pero sin ser una secuela directa o una precuela. La trama parece desarrollarse de manera paralela a los eventos de la primera película, lo que ha desconcertado a muchos.
En «El Hoyo 2», los nuevos protagonistas incluyen a Milena Smit, Hovik Keuchkerian, Natalia Tena y Óscar Jaenada. Smit interpreta a una mujer que entra al hoyo buscando redención tras un trágico accidente. Durante su descenso, se encuentra con personajes que simbolizan la lucha por la supervivencia y los dilemas morales, como Zamiatín (Keuchkerian), quien se suicida tras ser consumido por las reglas del hoyo.
El final de la secuela sigue un patrón similar al de la primera película, con la protagonista llegando al nivel más bajo y encontrando a un niño, reflejo del encuentro de Goreng con la niña en el primer filme. Sin embargo, «El Hoyo 2» se centra más en el carácter onírico y simbólico de la historia, destacando temas como la solidaridad, la fe en la humanidad y la inocencia frente a la crueldad.
A pesar de que la secuela no ofrece respuestas concretas a las preguntas que dejó la primera parte, sí amplía el universo filosófico y emocional de la historia, invitando al espectador a una nueva reflexión sobre la naturaleza humana.
Con información de Esquive