México, 22 julio; poderycritica.-El 11 de julio, Joaquín Guzmán Loera escapó del penal del Altiplano. En el video que mostraron las autoridades se ve que en su celda había una pantalla, garrafones de agua y un rollo de papel sanitario. Antes de fugarse se cambió los zapatos. Iba de un lado para otro hasta que, finalmente, se agachó debajo de la regadera y a las 20:52 horas no volvió a captarlo la cámara. Su segunda fuga de un penal de máxima seguridad.
Flavio Sosa, ex líder de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), afirma que hay inconsistencias en la fuga de “El Chapo”. Comenta que cuando él estuvo en el mismo penal, de diciembre de 2006 a agosto de 2007, las medidas de seguridad eran estrictas, se rapaba a todos los reos cada 20 días, había revisiones permanentes y no se permitía tener ningún objeto en la celda. Cualquier movimiento sospechoso era percibido por los guardias, que llegaban inmediatamente al pequeño cuarto.
“Es una jornada brutal. Desde la mañana hay revisiones sorpresivas de la guardia del penal, quienes se cubren el rostro. Te desnudan, entran con perros a tu celda, golpean las paredes y el piso con martillos para revisar que no haya huecos. Revisan todos tus objetos. Para salir al patio te revisan, te desnudan. Nadie se puede bañar en la noche. El horario está perfectamente establecido. Es absolutamente ilógico que te planteen esta versión”.
Por su parte, el periodista y escritor Jesús Lemus también disiente de las versiones oficiales. Él, quien estuvo recluido en el centro federal de Puente Grande de mayo de 2008 a mayo de 2011, cuestiona que nunca lo hayan cambiado de celda: “A ningún preso lo mantienen en la misma celda”.
La presidenta de la organización Causa en Común, María Elena Morera, señala que la fuga fue posible gracias a las fallas en los protocolos. Asegura que además de que se perdió de vista a un reo de alta peligrosidad, que hasta una tele tenía por buen comportamiento, los monitores no levantaron las alertas ante su ausencia. Este error debe llevar a las autoridades a mejorar el sistema carcelario.
Guillermo Zepeda, académico del ITESO, resalta que en el Altiplano tuvo que haberse advertido cualquier movimiento extraño del prófugo. “Se hace evidente que hubo una gran labor de contubernio y de corrupción. El monitoreo del interno de mayor cuidado se relajó. Es inconsistente que haya pasado inadvertido. Con el acceso a los planos del penal queda evidenciado que la corrupción tiene un punto de equilibrio”.