Poder y Crítica | Redacción | Un día después de la masacre, San Miguel Totolapan amaneció atrincherado.
Los pobladores encerrados, los comercios cerrados, las calles casi vacías, las clases se suspendieron, no hay servicio de transporte público, la gasolinería no abrió. Hay profundo silencio.
El terror llegó el miércoles con unos 200 o 300 hombres armados, según dichos de los pobladores, que atacaron el ayuntamiento y dos casas más; los vecinos aseguran que hay 23 muertos, pese a que las autoridades reportan 20.
Media hora de balazos fue suficiente para que el miedo se enraizará. Las huellas de la masacre están a la vista. Los alrededores del zócalo están repletos de casquillos de rifles AK-47 y AR-15. Por donde se camina es casi imposible no pisar uno.