PODER Y CRÍTICA | REDACCIÓN | La muerte de 53 migrantes, 27 de ellos mexicanos, en el contenedor de un tráiler en las inmediaciones de San Antonio, Texas, es otro episodio con los mismos tintes de corrupción, delincuencia organizada, negligencia y políticas migratorias fallidas, tanto de México como de Estados Unidos.
La muerte de migrantes en EU no es novedad, la misma escena se repitió en 2017, solo que esa ocasión una decena de migrantes fueron encontrados sin vida, también dentro de un tráiler abandonado en un estacionamiento de un centro comercial de San Antonio, Texas. Sin ventilación y con el aire acondicionado descompuesto, con una temperatura de 65 grados centígrados.
Por décadas, las tragedias de migrantes han ido engrosando una larga lista sin que a la fecha nada extraordinario ocurra para evitarlas, solo palabras y promesas van y vienen.
En diciembre del año pasado, en Chiapa de Corzo, Chiapas, un tráiler que transportaba a 160 migrantes sufrió un accidente y en él perdieron la vida 55 hombres, mujeres y niños, otro centenar resultó con heridas. En Camargo, Tamaulipas, en enero de 2021, 19 migrantes fueron ejecutados y calcinados, mientras que, en 2010, en San Fernando, Tamaulipas, 72 centroamericanos fueron secuestrados y fusilados por los Zetas por negarse a ser reclutados.
En todos estos casos, incluido el de esta semana, ya no es solo un problema social, se trata de un negocio del crimen organizado, el cual ha visto la oportunidad de actuar impunemente bajo el amparo de las policías migratorias de EU, México, Honduras, El Salvador y varios países más de Centroamérica, ¿o de qué otra forma se explica el cruce de miles de migrantes de esas nacionalidades a territorio mexicano, y por qué circulan tráileres repletos de ilegales en carreteras de Estados Unidos?.
En México, el Instituto Nacional de Migración ha dado muestras de estar infestado de corrupción; es un secreto a voces su omisión para dejar operar a bandas de traficantes de personas en estados como Chiapas y Tabasco, varias de ellas vinculadas con los cárteles del narcotráfico.
En todas estas tragedias hay responsabilidades compartidas entre los gobiernos de México, EU y de Centroamérica, al menos así lo han reconocido el embajador Ken Salazar, el propio Andrés Manuel López Obrador y el presidente guatemalteco, Alejandro Giammattei.
El próximo 12 de julio, cuando se reúna con Joe Biden, AMLO tendrá la oportunidad de abordar el tema migratorio. Lo que se espera es que no solo se contemplen visas de trabajo temporales, sino el diseño bilateral o multilateral de una política migratoria integral, que termine con el negocio de la migración ilegal.
Ebrard debe tomar distancia del cónsul Juan Sabines, quien imprudentemente lo destapó para la Presidencia. Como gobernador de Chiapas, ha sido de los más corruptos que tenido ese estado. Tiene varias cuentas pendientes.