Felipe Carrillo Puerto. – Los pastores conocidos como (señoro’ob), el diablo (Kisín) y el Niño Dios, recorren calles, colonias y casa por casa. Las familias católicas le dan posada y entregan ofrendas, una tradición que dramatizar habitantes del pueblo maya de Tihosuco desde su repoblación.
Esta costumbre inicia el 25 de diciembre, con la celebración del nacimiento del Niño Dios. La comunidad se organiza mediante un comité que está integrada por un presidente o presidenta, un encargado de la música y otro encargado de los tres danzantes y el diablo.
La peregrinación inicia en la majestuosa iglesia, la cual lleva el nombre del santo patrono de la comunidad “Niño Dios”, de donde empieza el recorrido por las calles y colonias del recién decretado, sitio de monumentos históricos.
Una tradición que fusiona la religión católica con las costumbres mayas; durante un día entero se puede apreciar el colorido huipil de las mujeres, el maíz sagrado en las variedades que aún se conservan (blanco, amarrillo y morado principalmente) la cual se le ofrenda al Niño Dios.
La representación de la lucha entre el bien y el mal se manifiestan con el diablo haciendo maldad y robando en los terrenos; el bien que representan los pastores (Isaac, Abraham y Jacob), quienes atrapan al diablo, y le hacen devolver lo robado, una escena que disfrutan y agradecen los presentes con aplausos y risas.
El grupo de música tradicional de este año es “Amigos pastores”, que para la ejecución musical utiliza un bombo, una tarola y una filarmónica.
Este año 2021 con todo y pandemia la tradición se lleva a cabo y se realizará en todo el mes de enero. Los organizadores aseguran aplicar las medidas de seguridad sanitaria para reducir los riesgos de contagio del coronavirus.
La pastorela maya, recorre casa por casa las calles recién bacheadas con recursos de un grupo de ganaderos y voluntarios que se cansaron de esperar las promesas de José Esquivel Vargas; el año 2020 se fue y no se cumplieron.