Hace un par de días, encontré en Facebook un video en el cual los familiares (en su mayoría mujeres) a voz en cuello expresaban que “no se vale” que un grupo de mujeres hubieran matado a golpes a su hermano.
Hasta ahí el reclamo pareciera legítimo con la salvedad de que el victimado fue golpeado con sartenes y tabiques mientras intentaba introducirse a la vivienda de sus agresoras con el propósito de robarlas y vaya usted a saber que más.
Una de las hermanas del ultimado decía que su hermano, quien acababa de salir apenas una semana atrás del penal por el mismo delito que intentara cometer en esta ocasión, era ratero y mariguano, pero que jamás había lastimado a nadie y que por lo tanto era una injusticia lo que le había sucedido.
De tan bizarro el suceso se vuelve hasta risible, cuando uno observa el video, es imposible no notar el rostro de incredulidad del reportero que está recogiendo estas opiniones.
Esto nos conduce a varios aspectos:
Primero.- Los delincuentes y sus familias se han convertido en expertos en derechos humanos, esa sonada fórmula que más parece creada para defender a los delincuentes que a quienes ven verdaderamente vulnerados sus derechos en una injusticia.
Segunda.- Los comentarios celebrando la acción de defensa en la que un ser humano perdió la vida, denotan el hartazgo ante la inseguridad, la complacencia y la ineficacia de las autoridades.
Tercero.- La aplicación de la justicia por propia mano cada vez se afianza más como la única manera de defenderse ante los delincuentes.
Afortunadamente este caso tuvo un desenlace, si no feliz, por lo menos un tanto justo para estas mujeres y que un juez determinó que la acción en la cual el ladrón resultó muerto, consistió en un acto de legítima defensa.
Ojalá las autoridades pusieran un especial énfasis en la preparación de sus policías para que las detenciones se lleven de manera correcta, lo que permita que los detenidos puedan ser encarcelados y no como ahora que la mayoría aduce una violación al debido proceso para tras unas cuantas horas volver a las calles a seguir delinquiendo.