Chetumal, México, 03 diciembre, poderycritica.- Si bien es cierto que el gobierno de Carlos Joaquín ha prometido no cobrar ni tenencia, ni verificación vehicular en el año de 2017, los costos de las placas sí se han elevado, y no poco.
La Tenencia Vehícular.
Desde el inicio del milenio, han sucedido muchas cosas respecto a los impuestos y derechos que pagamos por un automóvil. Desde la desaparición de la tenencia, hasta el nacimiento de la hoy extinta verificación vehicular, los cambios no han sido pocos, y sí que han tenido un impacto, aunque sea menor, en la credibilidad de todo el sistema.te
En antaño, sólamente por concepto de tenencia, los consumidores tenían que desembolsar cantidades no menores a los miles de pesos año a año, sólo por el simple hecho de tener un vehículo. Aunque a día de hoy (y afortunadamente), este impuesto ha ido desapareciendo paulatinamente. En estos momentos, muy pocos Estados lo siguen cobrando, siendo, por cierto, uno de ellos Yucatán.
En el caso de Quintana Roo, desde 2011, ya no se paga el impuesto a la tenencia vehícular, curiosamente, de la mano gobernador más impopular estos días, Roberto Borge, lo cual es casi tragicómico. Peor es el asunto cuando nos enteramos que, al menos en este tema, tenemos casos de mayor gravedad, cosa que abordaremos más adelante.
Situación actual.
Hasta septiembre de este año, únicamente se pagaba por la tarjeta de circulación, reemplacamiento o emplacamiento, y verificación vehícular, misma que ha desaparecido este año de mano del presente gobierno.
Adicionalmente, al adquirir un automóvil, al precio del mismo se le agrega un impuesto denominado ISAN o Impuesto Sobre Autos Nuevos, que varía de acuerdo al valor del automóvil y es fijado año a año en un tabulador.
En total, por concepto de tener y conducir un vehículo pagamos cuando menos unos cuatro impuestos o derechos distintos: IVA, ISAN, Emplacamiento, y hasta éste año, Verificación Vehicular.
Ahora, cuando hablamos del emplacamiento en particular, tenemos un caso excepcional dado que los costos de las placas han variado dramáticamente desde 2002. En el lapso que corresponde entre 2002 a 2016 el costo de las placas ha tenido un aumento de nada más y nada menos que de más de 600%. Un número casi grosero al momento de simplemente verlo.
Cuanto más indagamos en este tema, menos respuestas encontramos, y más preguntas salen a la luz, porque lo peor, es que aún seguimos buscando los móviles detrás de estos aumentos excesivos. Necesitamos saber que motivos se dieron, o al menos se consideraron al momento de aumentar el valor de las placas, peor las cosas no son tan sencillas…
Cuando buscamos motivos, el caso es que pareciera no haberlos, y es que pronto, ya entrados en materia, nos damos cuanta que las razones o son falaces, o no tienen razón de ser. Sin explicación ni justificación alguna, los precios de las placas han ido aumentando muy por arriba a la inflación, y el costo de las materias primas, como si alguien caprichosamente subiera el gravamen por mero gusto.
Multiplicar los precios como los panes.
Profundizando un poco más en la evolución de este derecho. Tenemos en principio que en el sexenio de Hendricks Díaz, el valor de las placas era meramente simbólico, dado que el derecho tenía un costo de $225 pesos por placa. Lo más importante aquí es que durante este periodo, se registraron aumentos importantes en el indice inflacionario, con tasas tan altas como 5.7% anual. Bajo ésta lógico uno supondría que el valor de las placas aumentaría ¿no? Pues no, durante todo el gobierno de Hendricks Díaz, el valor de las placas no aumentó, y se mantuvo en $225 pesos por placa.
Posteriormente en el sexenio de Félix González Canto, tenemos un caso particular: un cambio menor, seguido de un aumento desmesurado en el valor de las placas de automóvil.
Como si todo se hubiera confabulado meses anteriores a la desaparición de la tenencia en 2011, el gobierno del Estado estaba creando una nueva fuente de ingresos de manera extraoficial. En 2011, de la manera más inesperada el valor de las placas, no sólo aumentó, sino que se triplico al pasar de $235 a $765 por las placas, un cambio irracional considerando que la inflación en 2011 fue de apenas 3.82%. Es aquí dónde uno se pregunta, ¿Cuanto más puede costar un triste pedazo de acero galvanizado con pintura blanca y roja, con la curiosa imagen de un Marlin en el medio? Lo que sí es seguro es que $765 pesos no.
Por si fuera poco en el “quinquenio de Roberto Borge las cosas no fueron por nada distintas y en 2013 el precio de las placas volvió a aumentar. Con un aumento de $765 a $937 pesos, el precio de las placas incrementó, nuevamente, sin razón aparente. Es importante detacar que aunque el cambio no fue tan exagerado como en el 2011, aún así, éste sí fue elevado. Las placas pasaron de $765 a $937 pesos, es decir, un aumento de $172 pesos por placa, 22.4% adicional.
Entre 2002 y 2013 el precio de las placas ha aumentando $702 pesos, lo que en número más difíciles de digerir, representa un auemento de 312% en comparación con el 2002. Sólo quisiera saber si en realidad el valor de las materias primas ha aumentado dicha cantidad en ese tiempo, o siquiera la inflación, pregunta que obviamente tiene una respuesta negativa lamentablemente.
Nada es lo que parece.
En 2016, con la llegada de Carlos Joaquín, hubieron promesas de que no habrían nuevos impuestos, y que los existentes no aumentarían, pero… Las placas no son un impuesto, son un derecho, por lo que técnicamente, no estaría rompiendo su promesa. Por lo que el nuevo gobierno sin temblarle la mano volvió a aumentar el valor de las placas, en esta ocasión una variación de $313 pesos al alza en el valor de las placas para dejarlas en la desmesurada cantidad de $1250 pesos por lamina prensada y pintada.
La diferencia en este caso es que aquí se ha tratado de justificar el aumento, alegando a problemas financieros en la entidad y la necesidad de recaudar más. Lo podemos entender, claro, pero la pregunta es ¿Por qué específicamente las placas? ¿Por qué en especial el gravamen que quizá más haya aumentado en la historia reciente de Quintana Roo? ¿Será porque es el único gravamen al que todos aquellos que posean un auto se ven casi forzados a pagarlo? Seguramente esa debe ser la razón, la imposibilidad de eludirlo.
En este sentido, pareciera ser que la tenencia simplemente ha cambiado de nombre, se le ha asignado una cuota fija, y ahora nos entregan un pedazo de metal pintado a cambio y ahora le decimos “reemplacamiento”. Lo se, lo se, el valor de una placa, a pesar de sus excesivos incrementos no se acerca en lo más mínimo a lo que se pagaba anualmente con la tenencia, pero el caso aquí es que eso no deja de hacer que el precio que pagamos por una placa sea exorbitante. Tal y como mencioné con antelación, es irreverente e insultante pensar que un pedazo de metal pintado cueste mil doscientos cincuenta pesos. ¿Acaso está hecho de algún material extraño este curioso aditamento de nuestro vehículo? ¿Acaso es hecho en el extranjero por mano de obra especializada en la forja de placas metálicas de calidad tan excepcional que el Gobierno del Estado no tuvo más opción que aceptar una oferta tan descabellada? Seguramente no, y el fin, como muchos cobros de derechos y gravámenes, es sacar la mayor cantidad de dinero posible, independientemente si el monto es o no, acorde a lo que se ofrece.
Lo peor es que las autoridades no nos ha podido dar razones más allá que incrementar la recaudación fiscal para aumentar el costo de derechos, dejando a un lado las necesidades del consumidor. Pareciera que olvidan que los consumidores son los que mantienen vivo a gran parte del Estado, y en un Estado con una cantidad tan elevada de automóviles como lo es Quintana Roo, más que una medida recaudatoria, pareciera ser una medida abusiva contra los miles de “clientes” cautivos del Gobierno del Estado.
Podría pasar a más.
El aumentar los derechos o impuestos, como se ha comprobado con el tabaco, sólo hace que la gente deje de consumir dichos productos por su elevado costo. En una época dónde las ventas de autos crecen a doble dígito al año, suena bastante irónico hacer de su posesió, algo cada día más caro.
Se supone que la tenencia se eliminó por ello, para incrementar la venta de automóviles en el país, pero pareciera que el Gobierno del Estado, de 2011 para acá, pareciera que en vez de buscar incentivar al consumo de automóviles, buscan perjudicarlo.
Obviamente sabemos que esa no es la razón, más si podría ser, en caso de seguir esta tendencia, una realidad incómoda. Esto se debe a que, si el consumidor considera demasiado caro poseer un vehículo por los diversos gastos que tiene que realizar por, vaya, poseerlo, simplemente no lo va a comprar. Podría ser entonces, al largo plazo, hasta contraproducente.
En este sentido, pienso que hay que mirar a nuevos estadios para aumentar la recaudación fiscal más allá de buscar sacarle todo el jugo posible a los consumidores (Dañando el mercado de por medio). Deben entonces de buscar como Gobierno, incrementar la recaudación por otros medios menos lesivos para el consumo. Tenemos el caso de la formalización, el cual a la larga, por concepto del Impuesto Sobre la Nómina, genera una recaudación fiscal impresionante. También, existen otros asuntos de aún mayor relevancia, como combatir la evasión fiscal, principalmente hotelera (que por cierto el gobierno actual parece tener intenciones de combatir, lo cual celebro).
El caso es que, de que hay opciones, las hay, sólo es cuestión de querer buscarlas, caso contrario, lo único que seguirán generando es más enojo, menos confianza, e inclusive cierto recelo contra un gobierno, que por cierto, apenas empieza. Esperemos esto no sea símbolo de empezar con el pie izquierdo, algo que esperamos sea muy distinto, el famoso cambio vaya. Algo que sea mejor, distinto y auténtico, nada que se parezca a los nefastos gobiernos que le precedieron. Aunque ahí, y en ese caso, no nos queda más que esperar que así sea, y de no serlo, al menos tener las suficientes ganas de reclamar lo que, al menos a simple vista, es lo justo.