PODER Y CRÍTICA | REDACCIÓN | Era algo que ya se había visto en la televisión mexicana: había un villano digno de culebrón que muchos querían ver caer y otros tantos admiraban.
Adrián Marcelo lo representó durante seis semanas a la perfección pero, a diferencia de una telenovela, la situación en la segunda temporada de «La casa de los famosos México» se desbordó.
La presencia y eventual salida del influencer en el reality más popular de la tv mexicana abrió el debate sobre los límites del entretenimiento y el rol de las figuras públicas en un show en vivo.
Sus acciones dentro de La casa generaron reacciones divididas entre los participantes y el público, y provocaron respuestas de anunciantes y grupos sociales que exigieron medidas claras.
A pesar de las reglas claras sobre la violencia física dentro de La casa, algunos expertos señalan que éstas se dejaron de lado y que hay otras formas de violencia menos evidentes que también deben ser tomadas en cuenta en la tv.
Para Hilda Téllez Lino, defensora de los Derechos Humanos y activista contra la violencia de género, el problema no sólo radica en las agresiones físicas, sino en las conductas verbales que transgreden principios fundamentales.
“Los sarcasmos, la normalización de la violencia, los chistes, todo aquello que minimiza a una mujer es violencia. Con Gala, ha usado temas como el uso de medicamentos psiquiátricos, y pensar que en el mundo, no sólo en México, los temas de salud mental son una de las principales preocupaciones hoy en día”, señala.
Adrián Marcelo, influencer y conductor conocido por su estilo irreverente y humor ácido, ya llevaba semanas generando polémica antes de su ingreso al reality.
Sus dichos provocadores y su trato hacia temas sensibles lo habían colocado bajo el escrutinio, especialmente por sus enfrentamientos con la actriz Gala Montes, cuyos comentarios provocaron críticas y extrañamientos de entidades como el Conapred.