Ácidas y muy duras han sido las críticas que ha recibido Enrique Peña Nieto, a raíz de la visita que realizó el candidato a la presidencia de los estados unidos, Donald Trump, pero, ¿existe razón suficiente para crucificar al presidente? Sí y no. Sí.
En primera, no debió darle la recepción reservada a los jefes de estado, ya que él no lo es, es un norteamericano más. En segunda, debió haberle dicho en su cara, lo que más adelante mencionó en un tweet, asegurando que había sido muy claro al afirmarle a Trump, que México no pagará por el dichoso muro que pretende construir en nuestra frontera común. No. No existe, al menos no que yo conozca, una razón suficiente para declarar persona no grata, a quién cuenta con amplias posibilidades de convertirse en el hombre más poderoso del mundo, dirigente del país que prácticamente rige los destinos económicos del nuestro. Si bien es cierto que el discurso racista y de odio, dispensado por Trump desde que reveló
su intención de ser candidato a la presidencia, ha generado malestar no solo en nuestro país sino en el resto del mundo, también es verdad que ha mostrado la verdadera cara del pueblo norteamericano tan dado a presentarse en las producciones hollywoodenses como los redentores universales, son segregacionistas a más de 100 años de su guerra de secesión, ganaron los abolicionistas por su superioridad tecnológica, pero no pudieron desaparecer el rencor y el desprecio que los esclavistas sentían por quienes consideraban inferiores.
En ese tenor, el presidente de la república, debió mostrar valentía y exigir una disculpa pública a quién nos llamó violadores, asesinos y narcotraficantes.
Si Juan Gabriel, el gran divo de Ciudad Juárez, siguiera vivo, ya le hubiera compuesto su canción a Donald Trump, esperemos que Paquita la del barrio ya se encuentre trabajando en una two legs Trump rat para tan indeseable individuo.
Revista edición impresa año 8 #135
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